Israel celebra sus quintas elecciones en menos de cuatro años con la mirada puesta en la posible vuelta de Netanyahu

El líder del partido Likud y ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
El líder del partido Likud y ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
EUROPA PRESS
El líder del partido Likud y ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

Al estilo de Italia o Reino Unido, Israel se suma al club de los países donde la permanencia en el Gobierno parece haber pasado a mejor vida. La polarización de la sociedad israelí y un arco político cada vez más dividido han provocado hasta cinco comicios desde abril de 2019, dejando coaliciones insostenibles y primeros ministros fugaces. Este martes los israelíes vuelven a las urnas en medio de un hastío generalizado y con las encuestas apuntando hacia un nuevo escenario incierto. Las miradas están puesta en la victoria electoral y el posible retorno de Benjamin Netanyahu tras perder el mando en 2021 después de 12 años seguidos en el poder. 

Pese a la posible victoria del Likud, el partido de 'Bibi', como se conoce a Netanyahu, conformar Gobierno seguirá siendo una odisea, y jugarán un papel fundamental el posible auge de la extremaderecha, el desmembramiento de una izquierda bajo mínimos y el voto árabe. La campaña electoral ha estado marcada por el elevado coste de la vida y la demanda de mayor seguridad. Según el Instituto de Democracia Israelí (IDI), el 44% de los israelíes basarán su voto en el programa económico de los partidos para revertir esa situación, frente el 24% que decidirán en función de la personalidad de los candidatos, un giro respecto a elecciones anteriores.

Las últimas encuestas preelectorales en Israel, publicadas la semana pasada se han igualado y muestran que ninguno de los dos bloques que se enfrentan lograrían la mayoría suficiente para formar un Gobierno. Todas las encuestas publicadas hasta ahora coinciden en que el bloque derechista que apoyaría el regreso al poder del ex primer ministro -apoyado por el movimiento Sionismo Religioso y los partidos ultraortodoxos- se quedaría en 60 escaños, uno menos de los necesarios para obtener mayoría del Knéset.

"Israel es una sociedad que políticamente está muy fragmentada y desde hace varios años se dividen en el bloque anti Netanyahu y el pro Netanyahu", explica a 20minutos Natàlia Queralt, analista sobre Oriente Próximo de El Orden Mundial. "Hay muchos partidos políticos y cuesta llegar a coaliciones gubernamentales. Y a las que se llegan son muy frágiles porque, como vimos con la última, la coalición estaba formada por ocho partidos que iban desde islamistas hasta ultraderecha y el único objetivo que les unía era echar a Netanyahu del poder".

El retorno de Netanyahu en medio de problemas judiciales

"Bibi sí o Bibi no". Este es el lema que una vez más copa todos los debates electorales en Israel. Netanyahu es la figura más popular y, a su vez, la más polémica, donde sus tres causas abiertas por fraude, cohecho y abuso de confianza son talón de Aquiles al que disparan continuamente sus adversarios.

"Las elecciones desde hace años se están organizando en torno a la figura de Netanyahu", afirma Queralt, que recuerda que el bloque que lo enfrenta se presenta más que por sus propias políticas y una agenda definida, como una oposición que busca echar del poder a 'Bibi'.

Netanyahu ha conseguido dividir a la sociedad entre detractores y admiradores, donde el hastío generalizado está contribuyendo a que se vote a una derecha más reaccionaria. El Likud va por ese camino y se ha derechizado todavía más en los últimos años, mientras empuja a sus seguidores a considerar los casos judiciales como parte de un complot. "Netanyahu es un buen comunicador y es un superviviente político que ha sabido dar un giro a los casos de corrupción que tiene pendientes", afirma la analista.

Su campaña se ha centrado en erigirse como el único candidato capacitado para dirigir un país con múltiples desafíos en seguridad y lidiar con la creciente violencia contra los palestinos, la perpetua amenaza de Irán o las tensiones con la milicia chií libanesa Hizbulá. Todas ellas reprimidas con fuerza durante su mandato, el más largo de la historia de Israel; aunque en esta ocasión necesitará el apoyo de otros partidos.

Auge de la extrema derecha

Los aliados electorales del Likud -el movimiento Sionismo Religioso y los partidos ultraortodoxos- son todavía más incendiarios en sus mensajes, algo que ha promovido y alimentado en la campaña el propio Netanyahu. La coalición conocida como Sionismo Religioso está escorada a la ultraderecha con posiciones abiertamente racistas, antiárabes y homófobas. Aunque hasta hace pocos años era una tendencia marginal, las encuestas le dan ahora entre 14 y 15 escaños, su mejor resultado de la historia.

Su base de votantes está sobre todo entre los colonos, los defensores de la anexión total de los territorios palestinos y la comunidad judía mizrají -procedente de Oriente Medio y norte de África-, tradicionalmente marginada en Israel. Su número dos es el extremista Itamar Ben Gvir, un foco de atracción para los jóvenes más radicales.

Gvir fue militante del partido Kaj, ilegalizado en los años 80.  Defiende la deportación de árabes "desleales", aunque hace unos años directamente hablaba de matarlos. Ha sido acusado unas 50 veces y condenado ocho por disturbios, vandalismo, incitación al racismo y apoyo a una organización terrorista. Además de ser un famoso abogado defensor de los colonos radicales, atacantes de palestinos y líderes de organizaciones judías extremistas.

"La sociedad israelí se está radicalizando desde hace mucho tiempo", señala Queralt en referencia al auge de estos partidos. "Esta es una de las cuestiones que más preocupan, al formar coalición con una persona que que es abiertamente racista, antiárabe y ha catalogado a los diputados árabes de la Knéset como enemigos y terroristas".

El declive de la izquierda y el afianzamiento de Lapid

En el bloque anti Netanyahu, lo que ocurra en estas elecciones podría marcar la diferencia para los próximos años. "Lo que puede hacer cambiar la balanza es que entren en el parlamento los dos partidos de izquierda que están luchando por su supervivencia, porque de quedarse fuera sus votos irían a Netanyahu", explica la analista de El Orden Mundial

Por un lado está el Partido Laborista, que fue el fundador del Estado de Israel, y Meretz, un partido que está más a la izquierda del laborismo y que se presenta como pacifista. Aunque ambos partidos son sionistas y no discuten abiertamente la situación en Palestina. Los escaños rondan entre los 6 y los 4 dependiendo de la encuesta

"Un éxito de Netanyahu y de la derecha ha sido convertir la crítica a la ocupación en una crítica al Estado de Israel. Esto ha provocado que la izquierda no la cuestione tanto porque saben que la derecha les acusará de antipatrióticos, de traidores o de pro palestinos", asegura Queralt, calificando la falta de propuestas como uno de los problemas.

Dentro de esa coalición, el que sí parece que obtendrá los mejor resultados de su historia es el centrista Yair Lapid, que llega tras cuatro meses como primer ministro en funciones, posicionándose como la cara visible contra el ex primer ministro. El actual jefe del Gobierno parece asegurarse en todas las encuestas entre 24 y 27 escaños, tras recibir un fuerte trasvase de votos de la izquierda. 

Por último, los islamista de Raam no parecen mejorar su apoyo en estas elecciones, tras haber integrado por primera vez un partido árabe un Ejecutivo israelí. Las encuestas auguran una participación mínima de esta comunidad, algo que podría condenar a los partidos árabes -Raam y la coalición Hadash-Taal- a quedarse por debajo del umbral de 4 escaños necesarios.

El grado de participación tendrá por tanto una fuerte importancia en este bloque, para que tanto los partidos de izquierda como los árabes puedan conseguir representación. No obstante, aún ocurriendo este supuesto, se encontrarían en una situación bastante parecida a las anteriores, donde formarían un Gobierno que, como pasó hace cuatro meses, podría estallar en cualquier momento, ya que su único elemento en común es la animadversión hacia 'Bibi'. Este martes votan nuevamente los israelíes, pero parece muy lejana todavía una solución a un bloqueo político que va camino de volverse crónico. 

Carlos Pérez Palomino
Redactor '20minutos'

Redactor de Internacional, Exteriores y Defensa. Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Múndo Árabe e Islámico por la Universidad de Barcelona. En 20minutos desde diciembre de 2020. Escribo sobre conflictos armados, derechos humanos y geopolítica.

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